Olivier Messiaen se encargó durante más de sesenta años de los órganos de la parroquia de la Santísima Trinidad de Aviñón, lo que hizo como un humilde servidor del Señor y de la Iglesia. Según sus propias palabras, el órgano “aporta a la Iglesia algo cercano a la luz y que la supera: la música de lo Invisible”. Este servicio fue el crisol mismo de su inspiración.
Por su profundidad espiritual y su riqueza teológica, su obra permite acercar los grandes misterios de la fe católica a través del lenguaje musical y pone al oyente en contacto con las verdades reveladas, que él ha querido meditar particularmente en sus dimensiones gozosa y gloriosa.