«Con Madeleine comprendemos que ese espacio aquietado en medio de la vida no depende tanto de un silencio que sea ausencia de ruidos –puesto que no es posible vivir ese silenciamiento exterior en los dinamismos habituales de las grandes ciudades–, sino de un silencio de distinto orden que se convierte en la tierra firme de la inteligencia, del afecto y de la acción: “El silencio no es una culebra a la que el menor ruido hace huir; es un águila de fuertes alas que se encumbra dominante sobre el alboroto de la tierra, de los hombres, del viento” (NG, 84).
“Es un silencio hecho de presencia capaz de alumbrar adentro un espacio desalojado donde recibir los rostros y las cosas en su profundidad, sin violentarlos, sin juzgarlos, respetándolos en lo que son, intentando captar en ellos las señales y susurros de la Vida: ¿Por qué el viento entre los pinos, (más…)
«Santa Embelesada, que te entusiasmaste al encontrar al Santo Niño
haznos reconocer a Dios
allí donde se encuentre la vida de un hombre.
Santa Embelesada, que quedaste hechizada por acontecimientos tan pequeños,
por personas tan pequeñas, por un niño tan pequeño,
haz que reconozcamos la Historia sagrada
en lo que ocurre todos los días.
Santa Embelesada, que has entrado como tal en la historia sagrada,
permite que de los instantes de tiempo
hagamos acontecimientos eternos.