«Por medio de las cosas que hizo el Señor nos enseñó cómo hemos de vivir aquí. Pues en este siglo no hay nadie que no sea peregrino, aunque no todos deseen regresar a la patria. Y durante el camino tenemos que sufrir oleajes y tempestades; pero es menester que sigamos en la barca. […] Por muchas fuerzas que tenga el que va nadando a brazadas en el agua, al fin, vencido por la inmensidad del mar, será engullido y sumergido. Es, pues, necesario que vayamos en la barca, es decir, que seamos llevados por el madero, para poder (más…)