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Miedo a lo real
«Cuando el don de Dios, su Espíritu, libera al hombre, este puede encontrar la ley y la moral como ayuda a su libertad, la conciencia se vuelve lúcida más allá de legalismos y moralismos, queda libre de la opresión de la opinión de los demás, y puede ser realmente conciencia que obedece a Dios. Así el presente queda liberado de su absorción en el ideal intemporal, en el pasado o en el futuro.
Esta libertad verdadera no elimina los problemas que siempre tenemos, pero los desplaza del centro a la periferia del corazón y la vida: “Hay problemas, pero son muy periféricos a la vida verdadera. Nos hace falta encontrar la espontaneidad del niño, la soltura del instinto espiritual … Santo Tomás habla del ‘instinto del Espíritu Santo’, el instinto que no hace
ningún retorno a sí mismo”. La problematización de la vida tiene distintas versiones, como la contradicción entre eros y agape, la que se da entre el deseo y la libertad, el rechazo o la sospecha sobre lo corporal y sobre las pasiones, los resentimientos y frustraciones, y también el miedo, que representa la inhibición en el hombre de la energía divina.
No se vence en todo esto sino por la afirmación del vigor de la creación, de la criatura en el don del Creador. Pero “nuestro mundo es el dominio del miedo. El miedo gobierna todo”. Incluso la paz mundial depende del miedo, de la disuasión mediante el armamento. La exclusión del miedo no es exclusión de las amenazas, sino fe en Cristo, Presencia del Amor divino.
“Para Jesús el miedo es contrario a la fe. No es increencia, es miedo: miedo de lo real, de eso que es real en el hombre y aparece como el caos primitivo, preñado de una creación sobre la que planea el Espíritu. El caos da siempre miedo, sin embargo, ¡es lo que llega a ser creación! Es necesario creer de nuevo en el Creador, en el Espíritu creador, para tener el sentido y la posibilidad de crear … Solo el Espíritu libera del miedo”».
Creación y profecía (R. Aldana, Saint John Publications, p. 68-69), sobre Pierre Ganne, texto del Seminario Ser Libres en Dios.
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