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  • Su voz resuena raramente en la prensa

    «En medio de tantas discusiones y encuestas sobre el cristianismo en nuestro tiempo, sobre su “inadaptación”, sobre su “ineficacia”, etc., discusiones y encuestas que, bien llevadas, pueden ser muy útiles, y que pueden ser en sí mismas un signo de vitalidad, existe una consideración muy sencilla que sería bueno, sin embargo, recordar. Y es que los mejores cristianos, los más auténticos y los más vivos, no se cuentan forzosamente, y aun generalmente, entre los sabios ni entre los hábiles. Entre los intelectuales ni entre los políticos. Entre los detentadores del poder o de la riqueza. Entre las “autoridades sociales”. En consecuencia, su voz resuena raramente en las encrucijadas o en la prensa, sus actos no tienen, ordinariamente, ningún brillo ni preocupan al público. Su vida está escondida a los ojos del mundo, y si llegan a la notoriedad, sólo es por excepción, en un círculo reducido, o al anochecer. Incluso dentro de la Iglesia, con frecuencia pasan desapercibidos, y el fiel dispuesto a la crítica los ignorará de buena fe, aunque estén, quizá, a su lado. Muchos santos no fueron conocidos hasta después de su muerte, y muchos, aun después de su muerte, permanecen desconocidos. Aun aquellos que tuvieron un papel importante que representar fueron desconocidos por la mayor parte y, en sus hermosas empresas, combatidos o abandonados. A pesar de todo, son estos hombres los que, más que todos los otros, contribuyen a hacer que esta tierra no sea un infierno. Ahora bien, la mayor parte apenas se preguntaron, incluso hoy, si su fe estaba “adaptada”, ni si era “eficaz”. Les bastaba vivirla, como de la realidad misma, siempre la más actual, y los frutos que se derivan, frutos asimismo con frecuencia escondidos, no son menos hermosos, ni menos nutritivos. Cualquiera que sea el estado del mundo, estos frutos siempre serán necesarios, para conservarlos o darnos alguna esperanza».

    Paradojas y nuevas paradojas, Henri de Lubac, Ed. Península, Barcelona 1966, p. 133.

    Henri de Lubac es el teólogo (poco conocido, pero el más influyente del Concilio Vaticano II, amigo de Benedicto XVI y Hans Urs von Balthasar) sobre el que tratará el XVIII Encuentro Fe Cristiana y Servicio al Mundo

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