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  • Una de las cosas más difíciles del mundo

    «[…] Hasta el día de hoy no hemos terminado (¡y nunca terminaremos!) de sacar todas las consecuencias de la revolución evangélica sobre Dios como amor.

    Abrir la puerta del amor a Cristo significa, pues, algo muy específico: acoger el amor de Dios, creer en el amor. […] La Navidad es la manifestación –literalmente, la epifanía– de la bondad y el amor de Dios por el mundo: “Se ha manifestado (epephane) la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres”, escribe San Pablo. Y otra vez: “Se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre” (Tit 2,11; 3,4).  Lo más importante que se debe hacer en Navidad es recibir con asombro el don infinito del amor de Dios, creer en el amor de Dios por nosotros. El acto de caridad tradicional, al menos en el rezo privado y personal, a veces no debería comenzar con las palabras: “Dios mío, te amo con todo mi corazón”, sino: “Dios mío, creo con todo mi corazón que me amas”.

    Parece algo fácil. En cambio, es una de las cosas más difíciles del mundo. El hombre tiende más a ser activo que pasivo, a hacer que a dejarse hacer. Inconscientemente no queremos ser deudores, sino acreedores. Sí, queremos el amor de Dios, pero como recompensa, más que como regalo. De este modo, sin embargo, se produce un desplazamiento y un vuelco: en el lugar del don, se pone el deber, en el lugar de la gracia, la ley, en el lugar de la fe, obras.

    “¡Hemos creído en el amor que Dios nos tiene!”. Este es un grito para el cual debemos reunir todas nuestras fuerzas y ser violentos. Yo lo llamo “fe incrédula”: que no puede convencerse de lo que cree, aunque lo crea. Dios –el Eterno, el Ser, el Todo– me ama y me cuida. […]

    Hay que volverse niño para creer en el amor. Los niños creen en el amor, pero no en base a razonamientos, por instinto, por naturaleza. […] Pero no es fácil volver a ser niño. La experiencia, la amargura, las desilusiones de la vida nos hacen cautelosos, prudentes, a veces cínicos. Todos somos un poco como Nicodemo. “¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo cuando es viejo?” (Jn 3,4). El que nace de agua y de Espíritu…»

    Extractos 3ª Meditación de Adviento del P. Cantalamessa al Papa Francisco, Diciembre 2022.

    Meditación completa

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